Una educación diferente (4ª i última part)

Problemas, esperanzas y preguntas permanentes

Como ya he dicho, y como se podrá comprobar a continuación, en los ejemplos que aquí se muestran, no todas estas escuelas comparten los mismos criterios, ni las mismas prácticas. Sin embargo, sí que parecen compartir el hecho de que provoquen las mismas dudas y se les hagan las mismas eternas preguntas.
La primera es siempre si estos alumnos se adaptarán a la sociedad, o a los siguientes niveles educativos cuando salgan de ellas. Esto indica que subyace la idea de que estos niños y niñas viven en una nube, sin contacto cotidiano con sus contextos sociales (pocas escuelas son internados). Pero, sobre todo, es llamativo que esta pregunta no se plantee respecto a las escuelas convencionales, que nos demuestran continuamente que muchos de sus alumnos no llegan a adaptarse a su sociedad, ni consiguen mantenerse en los siguientes niveles del sistema. Aparte de que quedan siempre abiertas las preguntas  sobre si el propósito es que los niños se adapten al sistema, sobre qué es eso exactamente, sobre si conseguir vivir la vida que se quiere y para lo que uno se va preparando coincide con las demandas y exigencias del sistema educativo. Nos podríamos preguntar también en cuántas dimensiones de nuestra vida personal, íntima o pública hemos fracasado quienes hemos tenido éxito en el sistema escolar, a pesar de tener éxito, o elprecio pagado para tener éxito.
Otro cuestionamiento habitual respecto a este tipo de escuelas tiene que ver con su carácter de escuelas privadas, o con su supuesto elitismo. Se cree que el acceso a ellas viene determinado por razones económicas, y que son escuelas que sólo atraen a ciertos sectores sociales y culturales. Las respuestas a estas cuestiones son de diversa consideración.
En primer lugar, estamos demasiado sometidos a una visión de los tipos de escuelas como públicas (aunque en realidad y en la práctica deberíamos decir de “titularidad estatal” y no confundir el nominalismo de “públicas”, con todo el dechado de virtudes que volcamos sobre este término, como si las escuelas de titularidad estatal realmente reunieran estas características) o privadas. En nuestro contexto, esta distinción no representa ideas de escuelas diferentes, sino públicos diferenciados con más o menos posibilidades de éxito sobre el mismo patrón de rendimiento. Pero esta distinción no nos ayuda a caracterizar las escuelas de las que estamos tratando aquí, y que algunos, para salirse de esta visión estrecha, han llamado“escuelas independientes”.
Esta denominación permite olvidarse de la eterna polémica entre escuela pública-privada para plantearnos: ¿Qué posibilidades existen de crear escuelas pensadas de otra manera, de proponerse realmente, en la práctica, otras formas de educación? Que el problema además no es exactamente el de la titularidad lo tenemos en el ejemplo de la Escola da Ponte, de Portugal, una escuela “pública” que realmente constituye un claro exponente de una escuela alternativa, tal y como aquí las estamos entendiendo.
En muchos casos, las escuelas son independientes para poder preservar sus prácticas y pretensiones; son escuelas independientes del aparato de control y supervisión estatal, más allá del problema de la titularidad. Pero, ciertamente, esto conlleva, en muchos casos, que se trate de escuelas de pago. No siempre, por cierto, porque a veces han buscado sistemas para poder financiar a quienes quisieran llevar allí a sus hijos, independientemente de sus recursos económicos. Pero la cuestión es que la aspiración de estas escuelas no es ser de pago, sino que no tienen otra manera de subsistir.El tema, por consiguiente, más que quedarse atrapados en la crítica fácil de que son escuelas sólo para quienes tienen recursos económicos, es cómo conseguir que este tipo de escuelas pueda obtener financiación o recursos que no impidan el acceso a ellas por estos motivos. Porque el asunto no es si estas escuelas no son para todos, sino si todas las escuelas deberían ser como éstas (es decir, si todas deberían moverse por estos principios y con estas organizaciones y prácticas) y cómo luchar para ello.
Por otra parte, estas escuelas no son exclusivas para ciertos sectores sociales y culturales. Es precisamente al revés; son estas escuelas (o al menos muchas de ellas) las que pueden dar respuesta a quienes no se adaptan a las escuelas convencionales, para quienes son rechazados por el sistema convencional, para quienes enferman “de escuela”. Como demuestra la experiencia de la First Street School (Dennison, 1972), precisamente para quienes tienen más dificultades para integrarse y participar en los bienes sociales y culturales es para quienes no valen aquellos sistemas basados en la obligación y la opresión. Es para ellos para quienes es más necesario otro tipo de escuelas: pequeñas, que favorezcan la interrelación, la vivencia de los conflictos que nacen de la libertad, la relación y la responsabilidad, así como la oportunidad de la conversación, el trato con adultos, la comprensión por parte de éstos de las necesidades profundas de quienes más sufren. Escuelas que sean el contexto en el que puedan tener otra vida, otra oportunidad de vivir.
No es casualidad que muchas de estas escuelas estén haciendo una amplia difusión de sus ideas y experiencias. Y es que están convencidas de que de lo que se trata es de extender lo que su experiencia les está enseñando: que hay otra manera de vivir; que el cuidado de la infancia y de la juventud, y de la vida en general, debe y puede ser otra cosa; que nuestra vida, nuestra sociedad y nuestra cultura deben cambiar en otra dirección.
Esto es, con toda seguridad, lo que están intentando muchos enseñantes que trabajan en escuelas convencionales, y que tratan de empujarlas en una dirección más humana. Y es que no existe el camino privilegiado para dirigirnos hacia un mundo mejor. La cuestión es qué podemos aprender de las diversas experiencias. Yo, por mi parte, he intentado mostrar aquí qué es lo que yo estoy aprendiendo y qué camino me han mostrado muchas de estas escuelas. Y mi deseo es que la difusión de estas experiencias pueda servir para iluminar la necesidad de que la escuela sea diferente, si queremos que la educación cambie, porque es muy difícil una vida nueva en esa vieja carcasa.

Para saber más
Carnie, Fiona (2003): Alternative Approaches to Education. Londres: Routledge-Falmer.
Contreras, José (2002): “O Pelouro. Unaescuela para toda la infancia”. Cuadernos de Pedagogía,313, pp. 47-78.
Contreras, José (2003): “Hay otras escuelas”. Kikirikí. Cooperación Educativa,70,pp. 39-43.
Dennison, George (1972): Las vidas de los niños. México: Siglo XXI.
Dewey, John; Dewey, Evelyn (1918): Las escuelas de mañana. Madrid: Hernando.
Dewey, John (1994): Antología sociopedagógica. (Introducción crítica a cargo de A. Molero y M. del Pozo). Madrid: CEPE. (Incluye la obra de Dewey, “Escuela y Sociedad”, en la que expone el funcionamiento de su Escuela-Laboratorio de Chicago.)
Graubard, Allen (1981): Liberemos a los niños. El movimiento de las Escuelas Libres. Barcelona: Gedisa.
Gribble, David (1998): Real Education. Varieties of freedom. Bristol: LibertarianEducation.
Gross, Ronald; Gross, Beatrice (1972): Radical School Reform. Hardmondsworth: Penguin Books.
Korn, Claire V. (1991): Alternative American Schools. Ideals in action. Albany: SUNY Press.
Luzuriaga, Lorenzo (1924): Escuelas de ensayo y de reforma. Madrid: Museo Pedagógico Nacional/J. Cosano.
Luzuriaga, Lorenzo (1925): Escuelas activas. Madrid: Museo Pedagógico Nacional/J. Cosano.
Martín Luengo, Josefa (1990): Desde nuestra escuela “Paideia”. Móstoles, Madrid: Ediciones Madre Tierra.
Martín Luengo, Josefa (1993): La escuela de la anarquía. Móstoles, Madrid: Ediciones Madre Tierra.
Miller, Richard I. (1976): La escuela no graduada. Una nueva solución educativa. Buenos Aires: El Ateneo (ed. original, 1967).
Neill, Alexander S. (1974): Summerhill. Un punto de vista radical sobre la educación de los niños. México: F.C.E.
Palacios, Jesús (1978): La cuestión escolar. Barcelona: Laia.
Skidelsky, Robert (1972): La escuela progresiva. Barcelona: A. Redondo editor.
Tolstói, León (2003): La escuela de Yásnaia Poliana. Barcelona: Olañeta (ed. original, hacia 1860).
Viñao, Antonio (1990): Innovación pedagógica y racionalidad científica. La escuela graduada pública en España (1898-1936). Madrid: Akal.

Deixa un comentari